Estado de Ánimo
Nota de Manduley para el CD de ¨Estado de Ánimo¨
En un momento climático –los años Noventa- para el jazz hecho en Cuba, Estado de Ánimo emergió como una de las apuestas más innovadoras y coherentes. Fusionaba electricidad e improvisación, ritmos autóctonos y globales, tradición, rock, funky y rumba. Bebía de otros, pero no se parecía a nadie. La suya, más que sonora, era una experiencia cultural de matices integradores. Gestada en el crisol de la escuela de arte, convocó y asimiló ideas y colaboraciones calidoscópicas. Fue un ajiaco suculento y una suerte descomunal –aunque entonces inadvertida en su justa dimensión- para la música del país.
Su nómina cambiante cobijó a disímiles nombres, hasta definir la alineación quizás más conocida y estable: Robertico Carcassés en el piano y los teclados, Descemer Bueno en el bajo, Elmer Ferrer con la guitarra y Ruy López Nussa a la batería. Rigor total en las composiciones, los arreglos, los pasajes de creación espontánea. Músicos todo-terreno que se fogueaban hasta metas de alta complejidad conceptual, o navegaban hacia remansos donde los sonidos se desnudaban y crecían.
Sin mensajes textuales, a puro y sólido empuje instrumental, participó de la banda sonora de unos años difíciles, en los que la euforia y el desencanto se miraban de frente, la emigración abría brechas en la sociedad y la permanencia insular no estaba despojada de dolores. Sin embargo, sus conciertos eran una fiesta, una apoteosis sensorial, un antídoto. Escuchar y ver al grupo era ir más allá del estado de ánimo de una nación, y entrar en un mundo de sueños posibles, complicidades y amistad.
También desarrolló un importante trabajo de respaldo para Gema & Pável, Boris Larremendi y otros. Pero, sobre todo, para ese enorme de la canción y la poesía que fue (es) Santiago Feliú. Juntos grabaron algunas de las páginas más memorables del trovador, en una mezcla que destilaba sutilezas y explosividad, sin seguir otros patrones que los de su propia inspiración. Historia con mayúsculas.
Desbordante de creatividad, no es casual que sus cuatro individualidades principales hayan encabezado, colaborado o formado parte de algunas de las movidas más interesantes de los últimos lustros: Habana Ensemble, Interactivo, La Academia, Yerba Buena, Temperamento, Columna B, Elmer Ferrer Band, Habana Abierta, Yusa, Siete Rayo. De alguna forma, la huella de Estado de Ánimo anida en ellas todas.
Ha transcurrido bastante tiempo desde que se escuchó la última nota interpretada por el colectivo, desde que el último abrazo se disolvió en una noche o tarde cualquiera. Ahora, por suerte, la magia digital nos rescata su música, por fin, como debió ser. Como es. Testimonio y tributo: memoria de una época irrepetible. La música vuelve a sonreír.
Y es que para muchos, nunca hubo dudas: Estado de Ánimo siempre sonó en futuro.
Humberto Manduley López
Marzo 2014.
This post is also available in: Inglés